The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom al fin ha llegado, seis años después de que Breath of the Wild cambiará para siempre los paradigmas de lo que una aventura de mundo abierto puede ser. Y Nintendo ha construido sobre esa sólida y legendaria base una secuela que mejora en todos los aspectos al que muchos consideran como el mejor juego de todos los tiempos. Una verdadera locura.
TotK comienza directamente después de los sucesos del título de 2017, con Zelda y Link investigando las profundidades del castillo de Hyrule tras haber vencido a Calamity Ganon. Lo que provoca el despertar de un Ganondorf momificado en una explosión de poder, la cual manda a flotar a los cielos fragmentos de este mundo, incluyendo el castillo, y hace caer hacia las oscuras profundidades a Zelda.
Link despierta en una isla en el cielo, despojado de sus habilidades y con un brazo mágico que le ayudará a sellar para siempre al peligroso y eterno enemigo del héroe del tiempo.
Con esta premisa, tendremos que utilizar los nuevos poderes de Link para fortalecerlo y poder llegar a la batalla final, en una aventura que sucede en el mismo mapa que conocimos en BotW, pero que ha sido remezclado y modificado a detalle para que sea uno de los sandbox más placenteros del gaming.
El poder principal del juego es la Ultramano, que permite tomar cualquier cosa que no esté aferrada al piso y maniobrar con ella, además de la capacidad de adherir ese objeto a otro o muchos más. Esta mecánica se presta para construir diferentes tipos de vehículos o estructuras.
Por otro lado, el poder de Combinación se presta para mezclar tus armas o flechas con básicamente cualquier item de tu almacenamiento para otorgarle poderes especiales, la Infiltración permite ascender y atravesar cualquier terreno que se encuentre sobre ti y el Retroceso puede regresar el tiempo de objetos específicos.
Estas habilidades tan poderosas son el alma del gameplay de TotK en todos sus aspectos, el combate por ejemplo, se ve altamente afectado por las cientos de posibilidades de agregar efectos a tu arsenal, la posibilidad de volverlo más poderoso o la eliminación de la necesidad constante de buscar armas, pues fácilmente puedes crear tus propias herramientas con cosas tan simples como un palo y una piedra, o usar los restos de tus enemigos para crear filosas espadas.
El ritmo de la exploración cambia radicalmente, principalmente porque la verticalidad del mapa, con sus diversas islas flotantes, te permite desplazarte con tu Paravela a cualquier zona, pero también porque la geografía de Hyrule y básicamente todas las áreas han sido cuidadosamente diseñadas para que la Infiltración y el Retroceso te permitan llegar a puntos altos o acceder a lugares que parecían inalcanzables.
Mientras que la Ultramano y la adición de los Artefacto Zonai como turbinas, cohetes y lanzallamas nos ayudarán a resolver los cientos de acertijos repartidos en el mundo, como los Santuarios que están de regreso, la búsqueda de los amados/odiados Kologs o los altamente solicitados Templos.
DALE ZELDA DALE
TotK es una maravilla técnica que parece increíble, si bien BotW ya nos había mostrado las posibilidades de lo que la física de este motor es capaz, esta entrada nos permite ir más allá y romper las preconcepciones de lo que es posible con habilidades y herramientas que usadas a placer pueden resolver básicamente cualquier problema.
Cada uno de los obstáculos que el juego pone frente a ti pueden ser superados en una gran variedad de formas, al igual que en su predecesor, si tu lógica te dice que algo va a funcionar, es seguro que lo hará y esto permite hacer volar tu imaginación para hacerte sentir como un genio.
Esta nueva versión de Hyrule es enorme y guarda muchos secretos, como una gran cantidad de cuevas que puedes explorar y una tremenda sorpresa que básicamente duplica la cantidad de contenido de BotW, además de situaciones y mecánicas nuevas prestadas directamente de los soulslike, entre otras cosas.
Pareciera prácticamente imposible superar la perfección y de alguna forma, Nintendo simplemente lo ha logrado, en una versión más grande, más bella, más sorprendente y llena de momentos memorables que hacen de Tears of the Kingdom no sólo la aventura definitiva de Zelda, también una de las representaciones definitivas del medio y del poder que guarda el gaming.