En los últimos años, un fenómeno ha captado la atención de los cinéfilos y usuarios de redes sociales: la reventa gandalla de los artículos coleccionables del cine.
Estos artículos promocionales, que van desde llaveros hasta las codiciadas palomeras de edición limitada, son distribuidos en las premieres de las películas, y en teoría, deberían ser accesibles para todos los asistentes. Sin embargo, la realidad ha mostrado una tendencia preocupante.
Auge en la demanda: El interés por estos coleccionables ha crecido exponencialmente, especialmente durante los estrenos de franquicias populares como Marvel, Star Wars, y Disney. Por ejemplo, las palomeras y vasos de Barbie, lanzada durante la premiere , se agotaron en cuestión de minutos en varios cines.
Revendedores organizados: Grupos de revendedores han comenzado a coordinarse para comprar grandes cantidades de estos artículos en diversas locaciones. Según reportes en redes sociales, en algunos casos, los revendedores han pagado a empleados de los cines para asegurar la mayor cantidad posible de coleccionables.
Precios inflados: El precio original de estos objetos suele oscilar entre los 150 y 500 pesos, dependiendo del tipo de coleccionable. Sin embargo, en la reventa, estos mismos artículos pueden llegar a costar hasta 10 veces más. Un ejemplo reciente fue la palomera de Iron Man, que se ofreció en Marketplace por más de 3,000 pesos, cuando su precio original era de 300 pesos.
ABUSAN POR NOSTALGIA
Los revendedores, aprovechándose de la alta demanda y el valor sentimental que estos objetos tienen para los fanáticos, han encontrado una lucrativa oportunidad.
Adquieren grandes cantidades de estos artículos, dejando a muchos sin la posibilidad de obtenerlos directamente en los cines. Posteriormente, los ofrecen en plataformas como Marketplace y otras redes sociales, a precios desorbitados, llegando a multiplicar varias veces su valor original.
Las publicaciones de estos revendedores suelen estar acompañadas de frases como “inbox” o “es un artículo de colección amigo", las cuales han generado indignación y burla entre los usuarios de internet. Estos rugidos de tripas digitales reflejan la frustración de aquellos que, al ver los precios inflados, sienten que se les ha privado de disfrutar de un recuerdo de su película favorita.
Este fenómeno ha provocado debates sobre la regulación de la reventa y la responsabilidad de los cines en la distribución equitativa de los coleccionables.
Mientras tanto, la práctica continúa, dejando a los verdaderos fanáticos en una lucha constante por conseguir estos artículos antes de que caigan en manos de los revendedores.