/ miércoles 31 de agosto de 2022

Cáncer y enfermedades: la dura realidad que enfrentan los astronautas por ir al espacio

El estudio se hizo con muestras de sangre de astronautas de la NASA que volaron en misiones del programa de transbordadores espaciales entre 1998 y 2001

Un estudio ha revelado que los astronautas corren más riesgo de desarrollar mutaciones en el ADN lo que puede aumentar su posibilidad de padecer cáncer y enfermedades cardíacas, situación que probablemente esté relacionado con los vuelos espaciales.

Un equipo de la Escuela de Medicina Icahn del Hospital Monte Sinai (E.U) publicó en Nature Communications Biology un estudio realizado con muestras de sangre de astronautas de la NASA que volaron en misiones del programa de transbordadores espaciales entre 1998 y 2001.

Te recomendamos: Segundo intento: NASA lanzará de nuevo la Misión Artemis el sábado 3 de septiembre

Los análisis de ADN revelaron mutaciones conocidas como somáticas (que se adquieren a lo largo de la vida y no se transmiten), en el sistema de formación de la sangre (células madre hematopoyéticas) de los catorce astronautas estudiados.

Las mutaciones identificadas se caracterizan por la sobrerrepresentación de células sanguíneas derivadas de un único clon, un proceso denominado hematopoyesis clonal (CH).

Este tipo de mutaciones suelen estar causadas por factores ambientales, como la exposición a la radiación ultravioleta o a determinadas sustancias químicas, y pueden ser el resultado de la quimioterapia o la radioterapia contra el cáncer.

Aunque el CH no es necesariamente un indicador de enfermedad, se asocia a un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y cáncer de sangre.

"Los astronautas trabajan en un entorno extremo en el que muchos factores pueden dar lugar a mutaciones somáticas, sobre todo la radiación espacial, lo que significa que existe el riesgo de que estas mutaciones se conviertan en hematopoyesis clonal”, indicó David Goukassian, del Icahn Mount Sinai.

Los astronautas estudiados volaron en misiones relativamente cortas (unos doce días), tenían una edad media de unos 42 años; aproximadamente el 85 por ciento eran hombres y seis estaban en su primera salida al espacio.

Las muestras estudiadas, que estuvieron almacenadas a -80 grados durante unos 20 años, fueron tomadas 10 días antes del vuelo y el día del aterrizaje, y de glóbulos blancos tres días después.

La frecuencia de las mutaciones somáticas en los genes que los investigadores evaluaron era inferior al dos por ciento, el umbral técnico para que las mutaciones somáticas en las células madre hematopoyéticas se consideren hematopoyesis clonal de potencial indeterminado (CHIP).

La CHIP es más frecuente en individuos de edad avanzada y se asocia a un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares y cánceres, tanto hematológicos como sólidos.

"Aunque la hematopoyesis clonal que observamos era de un tamaño relativamente pequeño, el hecho de que viéramos estas mutaciones fue sorprendente dada la edad relativamente joven y la salud de estos astronautas”, destacó Goukassian.

Sin embargo, la presencia de mutaciones “no significa necesariamente” que los astronautas vayan a desarrollar esas dolencias, “pero existe el riesgo de que, con el tiempo, esto pueda ocurrir por la exposición continua y prolongada al entorno extremo del espacio profundo".

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Por ello, el equipo subrayó la importancia de los análisis de sangre continuos de los astronautas a lo largo de su carrera y durante su jubilación para controlar su salud.



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Un estudio ha revelado que los astronautas corren más riesgo de desarrollar mutaciones en el ADN lo que puede aumentar su posibilidad de padecer cáncer y enfermedades cardíacas, situación que probablemente esté relacionado con los vuelos espaciales.

Un equipo de la Escuela de Medicina Icahn del Hospital Monte Sinai (E.U) publicó en Nature Communications Biology un estudio realizado con muestras de sangre de astronautas de la NASA que volaron en misiones del programa de transbordadores espaciales entre 1998 y 2001.

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Los análisis de ADN revelaron mutaciones conocidas como somáticas (que se adquieren a lo largo de la vida y no se transmiten), en el sistema de formación de la sangre (células madre hematopoyéticas) de los catorce astronautas estudiados.

Las mutaciones identificadas se caracterizan por la sobrerrepresentación de células sanguíneas derivadas de un único clon, un proceso denominado hematopoyesis clonal (CH).

Este tipo de mutaciones suelen estar causadas por factores ambientales, como la exposición a la radiación ultravioleta o a determinadas sustancias químicas, y pueden ser el resultado de la quimioterapia o la radioterapia contra el cáncer.

Aunque el CH no es necesariamente un indicador de enfermedad, se asocia a un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y cáncer de sangre.

"Los astronautas trabajan en un entorno extremo en el que muchos factores pueden dar lugar a mutaciones somáticas, sobre todo la radiación espacial, lo que significa que existe el riesgo de que estas mutaciones se conviertan en hematopoyesis clonal”, indicó David Goukassian, del Icahn Mount Sinai.

Los astronautas estudiados volaron en misiones relativamente cortas (unos doce días), tenían una edad media de unos 42 años; aproximadamente el 85 por ciento eran hombres y seis estaban en su primera salida al espacio.

Las muestras estudiadas, que estuvieron almacenadas a -80 grados durante unos 20 años, fueron tomadas 10 días antes del vuelo y el día del aterrizaje, y de glóbulos blancos tres días después.

La frecuencia de las mutaciones somáticas en los genes que los investigadores evaluaron era inferior al dos por ciento, el umbral técnico para que las mutaciones somáticas en las células madre hematopoyéticas se consideren hematopoyesis clonal de potencial indeterminado (CHIP).

La CHIP es más frecuente en individuos de edad avanzada y se asocia a un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares y cánceres, tanto hematológicos como sólidos.

"Aunque la hematopoyesis clonal que observamos era de un tamaño relativamente pequeño, el hecho de que viéramos estas mutaciones fue sorprendente dada la edad relativamente joven y la salud de estos astronautas”, destacó Goukassian.

Sin embargo, la presencia de mutaciones “no significa necesariamente” que los astronautas vayan a desarrollar esas dolencias, “pero existe el riesgo de que, con el tiempo, esto pueda ocurrir por la exposición continua y prolongada al entorno extremo del espacio profundo".

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Por ello, el equipo subrayó la importancia de los análisis de sangre continuos de los astronautas a lo largo de su carrera y durante su jubilación para controlar su salud.



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