/ sábado 7 de enero de 2023

Capitulo final Voces tenebrosas: Los Falsos Reyes

Historia de la pequeña Amelia que fue aterrorizada mientras esperaba la llegada de los reyes magos

Cuando era pequeño, cada vez que se acercaba la noche para la espera de los reyes magos, mi abuela me decía que no jugará con los juguetes, pues cosas malas podrían pasar…

Mi abuelita Amelia, desde que nació vivió en un pequeño pueblo de Sonora, cuando ella tenía seis años jugaba con un oso de peluche que le regalaron los reyes magos un seis de enero, el cual apreciaba mucho desde entonces.

Cuenta que durante su infancia solía esperar cada año a los reyes magos dormida en el sofá de su sala… lo que ella no sabía era que aquella noche algo misterioso y terrorífico pasaría.

Un cinco de enero de 1945, sus papás se encontraban en una fiesta a unas cuadras de su casa, mientras mi abuela se quedaba al cuidado de su hermana mayor, quien la alistó para dormir.

Su hermana le dijo que si no cerraba los ojos los reyes no iban a traerle regalos, por lo cual mi abuela rápidamente cerró los ojos abrazando a su oso de peluche.

Pasaban los minutos y no podía conciliar el sueño, así que opto por jugar con su pequeño oso.

Dieron las 12 de la madrugada y en eso alguien tocó a la puerta tres veces, pensó que era raro, pero recordaba que podrían ser sus padres.

Se puso de pie sobre el sillón para ver sobre la ventana y ver quien era el que estaba tocando, a lo lejos se miraban dos ojos rojos, el cual pensó que podrían ser sus perros o algunas gallinas.

Sintió algo de escalofríos, pero también pensó que podrían ser el viento, así que mejor decidió intentar dormir nuevamente…

Después de unos minutos, volvieron a tocar la puerta tres veces, en esta ocasión, ella ya estaba un poco asustada, pero aún así, volvió a asomarse.

Amelia estaba llena de terror, se encontraba paralizada, poco a poco como pudo, miró hacia la ventana, y para su desagradable sorpresa, aquellos ojos rojos del patio, ahora estaban pegados al vidrio, se estaban asomando hacia adentro.

Corrió rápidamente con su hermana para avisarle de lo sucedido, la cual rápidamente se asomó cuidadosamente y se percató que aquellos ojos no estaban.

Asustada, mi abuela le dijo a su hermana que ya no quería recibir regalos de los reyes magos, ya que aquella noche en vez recibir algún juguete, recibió sustos.

Cuando era pequeño, cada vez que se acercaba la noche para la espera de los reyes magos, mi abuela me decía que no jugará con los juguetes, pues cosas malas podrían pasar…

Mi abuelita Amelia, desde que nació vivió en un pequeño pueblo de Sonora, cuando ella tenía seis años jugaba con un oso de peluche que le regalaron los reyes magos un seis de enero, el cual apreciaba mucho desde entonces.

Cuenta que durante su infancia solía esperar cada año a los reyes magos dormida en el sofá de su sala… lo que ella no sabía era que aquella noche algo misterioso y terrorífico pasaría.

Un cinco de enero de 1945, sus papás se encontraban en una fiesta a unas cuadras de su casa, mientras mi abuela se quedaba al cuidado de su hermana mayor, quien la alistó para dormir.

Su hermana le dijo que si no cerraba los ojos los reyes no iban a traerle regalos, por lo cual mi abuela rápidamente cerró los ojos abrazando a su oso de peluche.

Pasaban los minutos y no podía conciliar el sueño, así que opto por jugar con su pequeño oso.

Dieron las 12 de la madrugada y en eso alguien tocó a la puerta tres veces, pensó que era raro, pero recordaba que podrían ser sus padres.

Se puso de pie sobre el sillón para ver sobre la ventana y ver quien era el que estaba tocando, a lo lejos se miraban dos ojos rojos, el cual pensó que podrían ser sus perros o algunas gallinas.

Sintió algo de escalofríos, pero también pensó que podrían ser el viento, así que mejor decidió intentar dormir nuevamente…

Después de unos minutos, volvieron a tocar la puerta tres veces, en esta ocasión, ella ya estaba un poco asustada, pero aún así, volvió a asomarse.

Amelia estaba llena de terror, se encontraba paralizada, poco a poco como pudo, miró hacia la ventana, y para su desagradable sorpresa, aquellos ojos rojos del patio, ahora estaban pegados al vidrio, se estaban asomando hacia adentro.

Corrió rápidamente con su hermana para avisarle de lo sucedido, la cual rápidamente se asomó cuidadosamente y se percató que aquellos ojos no estaban.

Asustada, mi abuela le dijo a su hermana que ya no quería recibir regalos de los reyes magos, ya que aquella noche en vez recibir algún juguete, recibió sustos.

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