La modificación que se realiza al cambiar la hora desajusta el “reloj interno” que creamos internamente.
Este tipo de cambios nos afecta a todos por igual, ya que mayormente estamos acostumbrados a seguir una rutina en nuestro día a día y esto hace que el cuerpo se vea adaptado a nuestros horarios de comer, de dormir y de realizar actividades físicas.
Los adultos mayores y los niños son los que se ven mayormente afectados por estos cambios, ya que requieren una adaptación más larga esto debido a que su “reloj biológico“ es menos flexible.
Normalmente los adultos mayores llevan una rutina de sueño, de comidas, toma de medicamentos y distintas actividades físicas que se ven afectadas por estos cambios. Su sueño se puede dividir por el tema de los horarios, aunque duerma la misma cantidad de horas.
Al igual, los niños pequeños que llevan una rutina marcada por los padres se pueden ver afectados. Esto a la hora de mandarlos a dormir y de despertarlos, ya que este cambio brusco en sus horarios de actividades ya mencionadas pueden generarles falta de atención, momentos de irritabilidad e incluso llegar a tener mayores momentos de “berrinches“.
¿Cuánto tiempo se necesita para adaptarse?
Algunos especialistas mencionan que alrededor de 7 días son necesarios para que los niños y adultos mayores se puedan acostumbrar a estos cambios bruscos, pero las cuestiones son debatibles ya que no todos tenemos una actitud positiva a los cambios. Muchas veces el temperamento puede afectar nuestra adaptación a este tipo de situaciones.
Los menos afectados por estos cambios son los adultos, aunque como ya se mencionó anteriormente la manera de afrontar estos cambios bruscos son parte fundamental para una adaptación temprana, los cambios visibles o más comunes pueden ser mal humor, falta de concentración, y mala actitud.
En conclusión, la actitud es pieza fundamental para la adaptación de una nueva rutina de acuerdo al horario establecido.