Todo era felicidad hasta que cayó el gol.
Una pequeña barbería ubicada en la avenida Zuazua, en el centro de la ciudad, se convirtió en un pequeño pedazo de Haití en México.
Ambos países se enfrentan por el pase a la Final de la Copa Oro 2019 en Phoenix, Arizona; a poco más de 300 kilómetros de distancia.
Fritz Gerald es el anfitrión. Él junto a su esposa Josefina Uribe decidieron poner la barbería en la que emplean a tres haitianos. El mes pasado viajaron a Haití para casarse por el civil y trajeron mercancía, esa misma con la que poco más de media docena andan ataviados para ver el juego.
“Si gana Haití vamos a cerrar la calle”, dice Jude André Semé. Un joven haitiano que llegó en 2016 a Mexicali con la ilusión de cruzar la frontera hacia los Estados Unidos.
Jude se convirtió el pasado enero en el segundo haitiano admitido en la Universidad Autónoma de Baja California, para estudiar la carrera de Negocios Internacionales.
Su realidad es la que viven cientos de ellos que tras las políticas migratorias del Gobierno encabezado por Donald Trump, los obligó a establecerse en México y buscar una nueva forma de vida.
Una pequeña televisión, con dificultades por momentos en la calidad de la señal, transportó a todos ellos a casa. Pañuelos y banderas de Haití adornaron el lugar, mientras todos buscaron cualquier prenda alusiva a su país para apoyar.
Cada jugada, ya fuera un tiro de esquina, un balón recuperado, un desvío de su portero, hasta un saque de banda, todo era festejado.
Haití venía de hacer su mejor participación en la Copa Oro, ganó el Grupo B con paso perfecto al vencer a Costa Rica, Bermudas y Nicaragua. En los Cuartos de Final se recuperaron de un 0-2 ante Canadá para ganar 3-2 y avanzar a la Semifinal en la que el rival fue México.
“No solo yo, todos los haitianos gustamos mucho del futbol”, dijo Jude mientras agonizaba el encuentro.
Todo era alegría. Hasta que llegó México, una vez más, sus sueños e ilusiones quedaron frustrados en México.
Es la decisión del árbitro. Es penal. Pero en mis ojos no lo era, los dos pies estaban arriba, no era penal, de verdad, no aprecio la decisión del árbitro.
La fiesta se apagó poco a poco, Jeff Stlouis se acerca a la Nazario Barber Shop con una bandera de Haití, unos cuantos se emocionan, pero en el terreno de juego ya no había más qué hacer. La derrota provocó las lágrimas de otro más.
Finalizado el encuentro la comunidad haitiana regresó a su realidad, esa que es en Mexicali, ciudad que se ha convertido su nueva casa y en la que poco a poco se integran a su estilo de vida.