Aremi Fuentes se tuvo que mudar lejos de su familia. A más de 3 mil 500 kilómetros de distancia, llegó a Mexicali para desarrollarse como atleta de alto rendimiento.

“Estaba asustada, era la primera vez que tenía que ir lejos de casa, a mi entrenador José Manuel Zayas yo lo conocía poco, no a profundidad, no conocía a nadie, estaba sola, todos los días lloraba”, dijo en entrevista.

La razón por la que llegó a la capital bajacaliforniana, fue porque en Mexicali encontró las condiciones para poder desarrollarse.

Antes, había solicitado el apoyo en su Estado para poder hacer las concentraciones. No lo consiguió. Y fue de esa manera que con el apoyo de Zayas, se hicieron las gestiones para que representara a Baja California.

“Me quería rendir, iba renunciar a mis sueños, fue un trabajo muy duro que al final de cuentas me ayudó muchísimo, me hizo madurar, ser más valiente y en las competencias me asustaba ir sin mi entrenador y ahora ya no me da miedo”.

La atleta, que se inició en el deporte cuando veía a Ana Gabriela Guevara, buscó participar en el atletismo, pero el biotipo no le ayudó para competir a nivel nacional, hasta que un entrenador la invitó a participar en halterofilia.

En un principio no fue del agrado de su familia. “Sin conocerme me dijeron que iba ser multimedallista, a mi papá no le gustó, fue una discusión, el entrenador insistió hasta que me dieron luz verde”.

A los seis meses, Aremi ya subía a su primer podio a nivel nacional. “Me enfoqué en la halterofilia y al año ya estaba optando a mis primeros Juegos Olímpicos de la Juventud en 2010 donde gané medalla de bronce”.

Con la medalla de bronce conseguida en Tokio 2020, Aremi descansará unos días para trazar el plan rumbo a París 2024.