Según Google la definición más común de dibujo es “la representación gráfica formada por líneas, trazos, figuras y sombras, plasmada sobre una superficie...”; según la academia, el dibujo es “la sucesión de puntos que forman una línea”. La realidad rebasa por mucho el aspecto técnico de esta disciplina artística. La historia de la artes plásticas y visuales de Mexicali cuenta con una larga lista de artistas que la han utilizado para desarrollar su talento. Las técnicas varían en cada uno y estas van desde el tradicional grafito, pasando por la tinta, el carbón, la sanguina, el lápiz comte, el chapopote y la pintura mural urbana, solo por mencionar algunas.
Cuauhtémoc Rodríguez Piña es un artista plástico originario de esta cálida capital cachanilla que, a sus ya casi 70 años de edad ha desarrollado un estilo muy particular, adoptando una técnica que muy pocos tienen la destreza, como el, para desarrollarla: el puntillismo.
Atribuida en 1886 al pintor francés y cofundador del impresionismo Georges Seurat (1859 - 1891, Paris, Francia) y avalada por la Sociedad de Artistas Independientes de París en 1884, el puntillismo desde su aparición, contó con muchos adeptos entre los artistas europeos como el pintor neoimpresionista Paul Signac (1863- 1935 Paris, Francia) -colaborador de Seurat y quien le ayudara a perfeccionar la técnica-, Henri Edmond Cross (1856 -1910, Francia), el pintor yugoslavo Vlaho Bukovac (855, Cavtat, Croacia -1922, Praga, Chequia) y hasta el pintor postimpresionista Vincent Van Gogh (1853, Zundert, Países Bajos - 1890, Auvers-sur-Oise, Francia), por mencionar algunos, quienes encontraron en esta nueva expresión pictórica, belleza, precisión y un cuidado extremo, ya que en aquellos momentos, su aplicación era exclusivamente con pintura al óleo, acrílico o a la encáustica y, como su definición lo evidencia, se refiere a pintar o dibujar con puntos que, dependiendo del grosor o agrupación, se logra la profundidad, las formas, las tonalidades y claroscuros necesarios.
Senderos de luz: el paisaje de Baja California es la mas reciente exposición que Rodríguez Piña presentó en el Vestíbulo del Centro Estatal de las Artes de Mexicali, con el apoyo y patrocinio de la Secretaría de Cultura del Gobiernos del Estado.
Mexicali, su desierto y su valle; el cerro de El Centinela (antiguo y viejo guardián); las dunas, sahuaros, bisnagas, cirios, cachanillas y el pino salado; la Sierra de La Rumorosa con su borrego cimarrón; el Valle de Guadalupe y sus viñedos; pero también la Baja sur, el Mar de Cortez y la Bahía Ojo de Liebre con su ballenas… todo ese mundo de naturaleza viva que nos ofrecen ambas californias, sin dejar de mencionar al Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, a Khalo y La Calavera Garbancera -mejor conocida como La Catrina-, son los temas que nos ofreció Cuauhtémoc Rodríguez en esta exposición, inmortalizados a través de su arte del puntillismo, además de dibujos realizados en tinta sobre papel con lo que el artista deja bien claro el por qué es considerado entre los mejores artistas dibujantes de su generación, de las posteriores y hasta de las actuales.
Su calidad técnica y temática ha sido reconocida en concursos estatales como la Bienal Plástica Sonorense (1979 y 1981); la Bienal Plástica de Baja California (1987, 1989, 1991, 1993 -tercer lugar en dibujo-, 1995 -mención honorífica en dibujo-); el III Encuentro de Artes Plásticas UABC (1994 -mención honorífica-) y la 4ta Bienal Universitaria (1996-primer lugar en dibujo-) UABC.
Su obra aparece en el libro Las Rutas de la luz. El paisaje de Baja California editado por la UABC (1996) y en el libro de texto gratuito Geografía e Historia de Baja California. Sección, Baja California hacía el Siglo XXI (2000) y desde 1979 ha presentado numerosas exposiciones individuales y participado en proyectos colectivos en Baja California y Sonora, México y en California, EU.
Sobre la exposición Senderos de Luz, el escritor y poeta Manuel Di Bella (1961, Ensenada, B. C.) escribe en el texto de introducción lo siguiente: “El interés de Temo, como sus amigos lo llamamos, por dibujar la naturaleza, surge de la necesidad y un compromiso humanos que van más allá de lo meramente plástico, y es un poderoso comentario crítico, más que decorativo o folclórico acerca de un mundo deteriorado por la mano contaminante del hombre, cuya tendencia destructora es evidente aquí, en la Baja California como en todos los rincones del planeta.”
“El punto central de la obra que Cuauhtémoc dibuja nos lleva a reflexionar acerca de nuestro paso por el mundo, sobre la actitud inconsciente de “quemar cartuchos” que la naturaleza nos ha facilitado para sobrevivir en su seno, como parte de ella misma, en armonía y no en contradicción.”