Aunque es imposible que se hubieran conocido, entre las actitudes del conquistador Hernán Cortés (1485-1547) y las palabras del político filósofo Nicolás Maquiavelo (1469-1527) hay similitudes que podrían acercarnos al entendimiento de cómo fue que aquel hidalgo español logró uno de los procesos de conquista y dominación más exitosos de la historia: La caída del Imperio Mexica en 1521.
Así lo plantea el arquitecto Ilan Vit Suzan, quien, en su nuevo libro, “Cortés, nuestro primer Maquiavelo” (Debate), se dispone a indagar en la dimensión política de uno de los personajes claves en la historia de México, a partir, principalmente, del polémico tratado renacentista “El príncipe”, de Maquiavelo, en el que se sugiere que para ejercer el poder se puede justificar cualquier tipo de medio.
“Hay un cruce tremendo entre Cortés y Maquiavelo. Cortés tuvo una mentalidad medieval, la cosmovisión de las hermandades religiosas y los guerreros en una lucha mística, al tiempo que vivió durante la conformación de uno de los estados más modernos del planeta; mientras que a Maquiavelo le sucedió al revés, con una mentalidad profundamente moderna, estuvo metido en una realidad material plenamente medieval. La Italia de Maquiavelo era mucho más medieval que la España de Cortés”, afirma Vit Suzan, en entrevista con El Sol de México.
CINCO SIGLOS DE ESTRATEGIAS
Tras advertir que él no ha sido el único en proponer similitudes entre ambos personajes, Vit Suzan explica que no se trata de una relación directa, sino que se pueden entender al considerar que “El príncipe” es “la concentración de todo el saber de Maquiavelo sobre lo que es el arte de la política, aprendido por experiencia propia o por leer a los hombres del pasado”.
En otras palabras, una compilación de historias de “grandes animales políticos” entre los que aparecen tres españoles, que Maquiavelo considera entre los más destacados de su tiempo: César Borgia, un príncipe italiano de origen valenciano, líder de los ejércitos papales; su padre, el papa Alejandro VI; y el Rey Fernando II de Aragón.
“No es gratuito que Cortés haya sido un español más, que demostrase esa misma capacidad. Algo que argumento en el libro es que esto se debió a que los españoles tuvieron la cruzada en casa durante siglos. Ellos no tenían que viajar a Palestina para liberar Jerusalén, ellos querían liberar Toledo, Sevilla y Córdoba, por lo que durante todo ese tiempo pudieron perfeccionar estrategias de sabotajes, secuestros y redadas”, afirma el arquitecto.
Esto, agrega, puede verse en el hecho que entre las tropas de Cortés había un sacerdote cuya orden religiosa se especializó en negociaciones por medio de secuestrados, típicas en las luchas contra ejércitos musulmanes; además del contrato de soldados expertos que debieron haber formado parte de las campañas de Fernando II de Aragón.
EL FIN NO JUSTIFICA A CORTÉS
En cuanto a la frase “maquiavélico” o “el fin justifica los medios”, que se le adjudica al pensador italiano, Vit Suzan explica que en el tratado sólo está sugerido y que sobre las atrocidades que se describen, varios filósofos han reflexionado desde los puntos de vista de “la sátira” y “la trampa mortal”, así como la idealista, de la que él mismo es partidario, y ve en el texto una petición a los Medici —a quienes finalmente está dirigido— por el uso de su contenido en pro del pueblo y la liberación de Italia.
“El poder no está hecho para perfectos caballeros, es poder es una cosa espantosa y horrible, que requiere que simules virtudes y te dejes llevar por los vicios más horribles del ser humano. Es por eso que creo que, desde una visión idealista, sí desenmascara el poder, pero lo hace de fondo por el bien común”, comenta el escritor, quien lamenta que Hernán Cortés no haya leído el texto de Maquiavelo, pues posiblemente habría cambiado su percepción o habría redireccionado sus acciones.
“Cómo él solo se dejó llevar instintivamente por su capacidad y talento, sólo destruyó todo. Él se quedó en los puros medios, nunca hubo un fin que los justificara. Y al final se quedó tan adicto a la aventura, en la adrenalina del descubrimiento, que nunca se dio cuenta que con todo lo que había hecho tenía el potencial de en verdad crear un nuevo mundo”, agrega.
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DOMINACIÓN VIGENTE
Como para Ilan Vit el trabajo del historiador tiene una especie de labor “terapéutica”, que puede ayudar a entender y cambiar el presente, opina que estas dinámicas de poder, que no tienen forma de ser justificadas, siguen sucediendo en México y América Latina.
“¿Qué diferencia hay entre ese Cortés que ayudó a facilitar a un imperio en ese momento y nuestros gobernantes que han permitido reformas energéticas y bancarias que han dado la libertad a empresas extranjeras y beneficios que no nos favorecen? Lo que es aterrador de lo que nos pasó es que Cortés nos dejó un modelo de gobernar que no hemos podido trascender en 500 años”, finaliza.