Para que los alimentos puedan ser asimilados por nuestro organismo, poseemos a las enzimas digestivas. Dichas sustancias actúan de manera específica sobre cada uno de los nutrientes de los alimentos para que puedan ser aprovechados a nivel celular.
Existen más de 20 enzimas diferentes que ayudan a la asimilación de los nutrientes a lo largo de nuestro sistema digestivo. Las primeras en trabajar son las que están en la boca, después estómago, páncreas y el intestino delgado, es decir a lo largo del tubo digestivo.
Podemos tener una merma digestiva cuando nuestro organismo no produce las suficientes enzimas digestivas. La digestión de nutrientes no es completa y en consecuencia puede producirse una carencia o déficit nutricional. Ya que los alimentos sólo se digieren parcialmente, las bacterias de nuestro intestino toman ventaja y realizan procesos de fermentación y los alimentos a medio digerir sufren reacciones de putrefacción, lo que se asocia a hinchazón y gases.
La carencia de enzimas es relativamente común en las personas mayores, quienes padecen enfermedades crónicas y en aquellas personas que sufren afecciones digestivas que afectan principalmente estómago e intestino.
En nuestra dieta hay alimentos que son fuente de enzimas digestivas como hortalizas, los germinados -brotes de soja, de alfalfa, etc., ciertos alimentos fermentados como el miso y las frutas frescas de consumo en crudo.
Una dieta alta en alimentos refinados y de la calle y baja en frutas y verduras fácilmente puede generar problemas digestivos y a la larga desnutrición asociada con obesidad.
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Armando Sánchez Díaz Medina
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