Recientemente escuchaba una entrevista en una estación de noticias, en donde platicaba el conductor de un programa con una persona que hablaba sobre la desintoxicación.
Mientras yo conducía a mi trabajo, alcancé a captar que esta persona recomendó alrededor de tres brebajes de diferentes verduras, unos eran para los riñones, otros para el hígado y otros para los pulmones. Recomendaba los días que había que tomarlos, las horas, etc.
Después, procedió a recomendar cucharaditas de aceites y otras cosas, hasta que francamente lo encontré muy laborioso, me enfadó y le cambié de estación. Casualmente, en el mismo momento cruzó la calle frente a mí, a paso muy lento, una señora de aproximadamente 60 años muy obesa.
En ese momento me quedé pensando: ¿De qué le podrían servir los brebajes de desintoxicación y las cucharaditas a esta señora que seguramente no tiene un control sobre lo que come y estoy 99.9% seguro que no realiza ningún tipo de actividad física?
Al cambiar de estación, caí justamente en otra en donde entrevistaban a una persona que opinaba contra los programas de desintoxicación que últimamente se han vuelto muy populares y promueven las personas famosas patrocinadas por compañías.
Esta persona decía que lo malo es tratar de vender la idea de que se puede desintoxicar el cuerpo tomando brebajes y productos naturales y artificiales, cuando la clave es llevar una alimentación balanceada y variada por lo menos 80% del tiempo. Sin tener miedo de comer de vez en cuando algún alimento no tan bueno como una hamburguesa o pizza.
Llegué a mi oficina, me estacioné, apagué mi auto y me quedé a escuchar la entrevista completa hasta captar el nombre de la persona que hablaba. Era una mujer nutricionista, con experiencia, muy sensata en sus explicaciones y muy aterrizada.
La idea que he trasmitido o tratado de trasmitir durante muchos años por los medios que me han dado la oportunidad es precisamente la que esta licenciada en Nutrición comentaba. Nuestro cuerpo es una maravilla y hará su trabajo de desintoxicación diariamente, solo con proporcionarle una alimentación muy variada que contenga verduras, frutas, granos y también algunos productos animales.
Como dijo la especialista y lo dijo muy tajante, nuestra alimentación debe ser buena 80% del tiempo como mínimo. El otro entrevistado que no terminé de escuchar externó algo que me llamó la atención, sobre todo porque lo fundamentó con estudios. Comentó que casi 80% de las enfermedades están relacionadas con la mala alimentación y esto sí lo creo.
La alimentación no va a cambiar nuestra predisposición genética a ciertas enfermedades, pero sí es responsable de una mejor calidad de vida. Por las estadísticas de obesidad que actualmente existen, no puedo dejar de pensar que las personas en general no llevan una alimentación sana 80% del tiempo y quizás ni 50% de éste.
Querer resolver el problema por medio de programas de desintoxicación, aunque sean naturales, combinados con una alimentación mala la mitad del tiempo, es simplemente estarse engañando solo o estar siendo engañado.
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