El 22 de agosto se conmemorará el Día del Bombero -también llamado “tragahumos”-, ese servidor que cuando de desastres se trata, siempre está “al pie del cañón” combatiendo el fuego y demás adversidades en las que arriesgan su propia vida para salvar la de otros, unos verdaderos héroes que no necesitan capa.
Para reconocer su valía, talento y heroísmo, les compartimos la historia de Miguel Antonio Castillo Cervantes, bombero de base con la especialidad de Rescate hace más de 20 años, ya que su primer encuentro con esta profesión fue el 27 de noviembre de 1995 a los 15 años, su hermano Braulio Castillo le dio la oportunidad de conocer esa loable profesión, ya que por cuestiones de pandillas tuvo que salir de la secundaria y su hermano ya era de base, llegó con el uniforme y le dejó para que se trasladara a la Estación de Lázaro Cárdenas, ahí decidió que sería su carrera toda la vida.
Cuando inició, el oficial Parra le dijo que había dos reglas: “Una: A la hora de trabajar, vamos a trabajar todos, aunque sea voluntario usted también va a trabajar y la otra: A la hora de jugar, jugaremos todos”, “yo soy el más desastroso, por decirlo así, ya que son 24 horas encerrados y para no fastidiarnos, a todos les hago travesuras y hacemos el ambiente más ameno, pero en cuanto suena la alarma, soy el primero en subirme cumpliendo con mi deber”.
Él equilibra sus48 horas de descansocon su esposa y cinco hijos, quienes lo apoyan en todo momento, sabiendo que enfrenta un gran riesgo día a día pero siempre pensando que llegará con bien a su hogar, donde lo esperan con gran amor y cariño.
Su esposa Claudia de Castillo ha estado a su lado por 20 años en esta travesía y siempre ha tratado de apoyarlo y comprenderlo, sabiendo que él se entrega cada momento y lo hace de corazón, dando su vida para ayudar a los demás.
También sus herederos Miguel, Bryan Alexis, César Iván, Ángel Eduardo y Neri Alexander saben que le toca trabajar en sus cumpleaños, en Navidades, en fin fechas especiales en las que la mayoría las familias están juntas y ellos no, “ellos me apoyan y tratamos de disfrutar el tiempo que estamos juntos, por ejemplo cuando puedo saliendo de mi trabajo corro para estar acompañándolos en sus partidos, echándoles porras, hay ocasiones en que estamos más de doce horas en sus juegos, pero eso yo lo amo, poder compartir y disfrutar cada momento a su lado, tanto es así que dos de ellos desean seguir mis pasos, me emociona y claro que sería un gran orgullo para mí, que fueran bomberos, pero la verdad no me gustaría, ya que es demasiado el riesgo. A pesar de ello, si quieren seguir esta profesión ya que terminen sus estudios, yo los apoyaré en todo momento”.
“Para ser bombero lo principal es hacerlo de corazón, tener la camiseta bien puesta, ya que hay muchos que han entrado de voluntarios y en uno o dos incendios ya no quieren continuar, se les hace muy pesado y difícil, por eso tienes que amar lo que haces, aunque yo recibo un pago, mi corazón sigue siendo voluntario, a pesar de las carencias voy con gusto a mis labores todos los días”.
“En tantos años he aprendido muchas cosas como primeros auxilios, cómo ayudar en un rescate, lo que me ha servido tanto en mi vida laboral como familiar, por ejemplo con mis hijos cuando sufrían una cortada yo los trataba. Cada travesía, cada riesgo, en verdad te hace valorar a los tuyos, a tu familia, ya que ellos siempre te esperan con amor en casa y desean que vuelvas con bien”.