Turista Cultural
Según el filósofo zen Takuan Soho la maestría es idéntica a la inexperiencia, un regreso a cero donde el ciclo de aprendizaje reinicia. El maestro expresa su técnica ya no de manera consciente y torpe, sino flexible y natural. Lo que antes era una muralla, un acertijo indescifrable, ahora se integra a su naturaleza.
Esta soltura la demostró Yul Galván Coto en su recital “El clarinete y el mundo”, celebrado el pasado 10 de enero en la sala de conciertos Auka del Ceart. Retando las normas establecidas por los recitales ahí celebrados, conciertos tan solemnes que parecen misa, realizó el recital con una vida y una energía tan refrescantes como la de los jóvenes de su edad que lo alentaban desde las butacas -amigos y compañeros de clase probablemente. Aquellos en el público supimos que sería un evento único cuando nos invitaron a aplaudir y pisar al ritmo de la composición húngara “Csardas”; esto fue antes de que la bailarina Kiara Woolfolk acompañara a Yul y al pianista Max Duarte con un poco de danza contemporánea. También participó un cuarteto de cuerdas integrado por César Méndez, Marli Calderón y Astrid y Andrea Ruelas.
Para el gran final integrantes de la Orquesta del Estado dirigida por Juan Antonio Estrada -así como los músicos invitados Paulina Sánchez, Salvador Lara, Alblian Deydree y Emanuel Niebla- se unieron a Yul para tocar una suite de jazz compuesta por Artie Shaw. De esta cooperación entre artistas resultó algo más que sólo la suma de sus partes.
El recital fue una grata sorpresa tras otra, un deleite. Yul manifestó que ésa era su intención: Presentar algo especial para nosotros. Y lo logró. Mostró no sólo una evolución de los estilos musicales del clarinete, sino variedades de tiempos y estilos para un instrumento que Mozart -nos dijeron también- consideraba el más cercano a la voz humana. Igualmente demostró gran humildad, agradeciendo a sus maestros y a sus compañeros en el escenario. Sabía que no estaba solo, que destacaba gracias al apoyo de ellos.
Hace una semana escribí en mi blog (pinedaescribe.com) que algunos de los mejores músicos de la historia se acostumbraron a trabajar sin aplausos, optando por concentrarse en pulir su destreza y talento. Lo que se presentó en Ceart esa noche es una inversión de ese concepto, un espectáculo destinado a deleitar con la clase de entrega que hace fascinante el asistir a estos eventos y te motiva a seguirlo haciendo.
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