Como ustedes saben, desafortunadamente desde hace años nuestra ciudad ha venido ocupando los primeros lugares entre las ciudades con peor calidad del aire a nivel nacional e internacional. Lo cual se debe a las más de 260 mil toneladas de contaminantes atmosféricos que se emiten anualmente en nuestra ciudad y de las que muy poco o nada se han ocupado nuestras autoridades desde hace décadas pese a las graves consecuencias de este enorme problema.
Diversos estudios han relacionado la alta contaminación del aire de Mexicali con tasas elevadas de enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares, enfermedades respiratorias, cáncer pulmonar, muertes prematuras y otros males entre sus habitantes. Siendo los más vulnerables a padecerlos los niños y los adultos mayores de cincuenta años.
Pero además del lamentable costo humano por los efectos en la calidad de vida que la contaminación del aire ha tenido en miles de mexicalenses, también hay que cuantificar el significativo costo económico de esta situación, pues millones de pesos del presupuesto público son destinados a atender los problemas provocados en la salud de las personas por esta contaminación y otra cifra millonaria se pierde por la baja de la productividad de una parte de la fuerza laboral que constantemente se enferma debido al aire que respiramos. Es decir, este problema también tiene un alto impacto en las finanzas públicas y en nuestra competitividad económica como ciudad.
Es cierto, es un problema sumamente complejo que refiere de múltiples acciones, tiempo, planeación y compromiso de las autoridades, así como de la ciudadanía, sobre todo si consideramos que las fuentes de esta contaminación son tanto naturales como antropogénicas, pues van desde el considerable tráfico de vehículos en nuestra ciudad, la preparación de alimentos al aire libre con carbón o leña, fogatas, quemas de residuos y también a la falta de implementación de controles gubernamentales mas estrictos a las industrias contaminantes.
Por otra parte, nuestro ambiente árido y desértico facilita la erosión eólica y transporte de polvos debido a la poca humedad del suelo, ya que esto impide que las partículas contaminantes como las PM10, PM2.5 y otras, se mantengan cohesionadas a la superficie.
Con esto lo que se busca dejar claro es que nadie en su sano juicio y con conocimiento de causa diría que resolver el problema de contaminación del aire de Mexicali es algo fácil, nada más alejado de la realidad. Pero difícil no es sinónimo de imposible y menos de una resignación que conduzca a la falta de acción o a la negligencia, que es precisamente lo que ha venido sucediendo desde las últimas administraciones municipales y estatales.
La principal fuente de contaminación del aire en Mexicali es la falta de voluntad de nuestras autoridades para resolver el problema, simplemente no ha estado entre sus prioridades, ni siquiera en sus agendas. Los esfuerzos que se han hecho en la materia han sido pocos, discontinuos y mal o nada planeados. Por lo que, mientras administraciones van y vienen cambiando de colores, miles de personas seguirán pagando el costo humano de esta terrible omisión.
Los mexicalenses queremos, necesitamos y merecemos respirar un aire limpio. Lograr este objetivo es difícil, sí, pero, como ya se dijo, no imposible. No hay que inventar la rueda para ello, mucho es lo que se puede lograr si de verdad se trabaja de manera comprometida y se voltea a ver lo que están haciendo las autoridades vecinas del Valle Imperial para resolver este problema, si se escuchan las propuestas de la sociedad civil y se siguen las recomendaciones en la materia de organismos como la Organización Mundial de la Salud, por mencionar algunos ejemplos. Voluntad y políticas públicas bien diseñadas es lo que nuestra ciudad necesita para que podamos respirar tranquilamente.