El nuevo año ha llegado lleno de malas noticias para las y los bajacalifornianos. Además del alza de impuestos y de cobros adicionales, la violencia criminal sigue en una espiral incontenible, mientras la gobernadora graba canciones para las redes sociales y se somete incondicionalmente a los mandatos emanados de Palacio Nacional, con una “política de seguridad”, cuyo fracaso es escandaloso y evidente.
El año pasado cerró con una cifra negra de víctimas de muerte violenta, con 2,455 personas asesinadas, un número aterrador ante el que no hay palabras de consuelo ni acciones decididas por parte de nuestras autoridades. Baja California, como otras entidades federativas, es un Estado que está siendo capturado por los grupos criminales, quienes imponen su ley y siembran día a día terror entre la ciudadanía.
Tijuana y Mexicali son dos de las ciudades más violentas de México y del mundo. En la capital, al menos una de cada dos personas dijo sentirse insegura a finales del año pasado, de acuerdo con cifras del INEGI, mientras que en Tijuana la cifra ascendió a dos de cada tres personas. Estos números son el reflejo del horror que se ha adueñado de nuestras vidas ante autoridades que se empeñan en presentar cifras alegres, manipuladas desde la capital del país.
Tan solo en los primeros cinco días de 2024, 24 homicidios dolosos se dieron en Tijuana, ciudad que en 2023 concentró más del 50% de los homicidios de la entidad con 1,857. La imagen de la alcaldesa yéndose a vivir a un bunker militar, es la clara expresión de la crisis de inseguridad que vivimos. El crecimiento de las rutas del tráfico de personas y del trasiego de drogas, principalmente fentanilo y la desafortunada imitación de las políticas federales sólo han generado dolor y muerte. El fentanilo ya se está adueñando de las calles y de las vidas de nuestros seres queridos. Un estudio realizado por el Servicio Médico Forense de Baja California en 2022, reveló que en un año 350 cuerpos analizados dieron positivo a fentanilo.
La violencia está siguiendo una espiral incontenible ante la incapacidad de las autoridades para diseñar una auténtica estrategia de seguridad. En medio del miedo que nos aqueja, al menos tenemos la esperanzadora noticia de la posible creación de una Academia de Policía en Mexicali. Esta obra sería un paso de la mayor trascendencia para dignificar la función policial con mejores salarios, capacitación permanente, reinstalación con todos sus derechos en caso de despido injustificado, dotación de equipos de vanguardia, formación humana y perspectivas de una carrera policial exitosa.
En el inicio de este año, en el que solo suben los corazones de aprobación de los tik toks de la gobernadora, junto con los asesinatos, esperemos que la luz de esperanza que vemos hoy con la nueva Academia se acompañe con voluntad política, recursos presupuestales crecientes y políticas públicas innovadoras que nos devuelvan la paz y la tranquilidad que tanto merecemos las y los bajacalifornianos.