CONTRASENTIDO
El domingo 10 de abril, por primera vez, los mexicanos tuvimos la oportunidad de votar por la revocación de mandato o por la ratificación del Presidente.
Este ejercicio inédito se vio enrarecido por la franca rebeldía del INE de organizarlo, porque se opuso sistemáticamente a realizar los movimientos operativos para la facilitación del voto. Y, por otro lado, el papel de los partidos opositores que se centró en solicitar a sus seguidores que no acudieran a votar. Como dice el dicho: “Están viendo que el niño es risueño y todavía le hacen cosquillas”.
Sin embargo, se obtuvo un porcentaje de votación cercano al 20% del padrón electoral. Tomando en cuenta que no hubo la misma publicidad que una elección intermedia y que solo se instaló un tercio de las casillas electorales, mismas que dolosamente fueron reubicadas para crear confusión y desalentar el voto, por lo que la anterior cifra es una cantidad considerablemente respetable.
Los días posteriores a la votación se han vuelto en terreno de batalla para el posicionamiento de la idea de quién ganó la elección. La oposición alega que, a pesar del acarreo y movilización de los votantes, en definitiva ganaron por el bajo porcentaje de votos recibidos y suponen que los que no asistieron a votar fue en apoyo a su manera de pensar. Mientras que los seguidores del Presidente creen que haberse instalado tres veces más las casillas se hubiera obtenido un 60% de votos.
La realidad es que la resaca ha sido muy fuerte, pero ya serenados se puede concluir que ni el 80% que no votó apoya a la oposición, pero tampoco si se hubieran instalado tres veces las casillas se hubieran triplicado los votos. La única verdad es que vivimos un proceso que fortalece enormemente nuestro sistema democrático, además de que sienta un precedente para los futuros mandatos.
Antes de que nos consuma por completo la resaca, no debemos perder de vista que nuestro Sonora tuvo una baja participación en la votación, lo que pudiera obedecer al descontento por el nombramiento de la exgobernadora y, sobre todo, a la justificación que diera el Presidente de que en el Estado se le quería.
En las próximas semanas debe seguir el tema como sigue el hedor de una resaca. Vamos saliendo de una cruda moral llamada revocación de mandato cuando ya se nos avecina otra por la llamada Reforma Energética. El hecho de que la votación de la Reforma Energética sea justo una semana después, no es un acto aislado, sino que forzosamente va concatenado al momento y pulso de la nación. Es muy pronto para decir si el movimiento fue el correcto…