Según la Real Academia Española, la miopía es un defecto de la visión que se caracteriza por la percepción confusa de objetos lejanos.
Esta definición aplicada a proyectos empresariales o gubernamentales se interpreta como cortedad de miras o falta de perspicacia, lo cual es tangible cuando el crecimiento de la empresa o de un gobierno se ve frenado por la ceguera de sus directivos o gobernantes.
A nivel mundial, la escasez de agua es uno de los desafíos más apremiantes del siglo XXI, especialmente en regiones áridas y semiáridas del mundo. Las ciudades desérticas, que enfrentan condiciones climáticas severas y limitaciones en el acceso a fuentes de agua dulce, se ven particularmente afectadas. En este contexto, las plantas desalinizadoras emergen como una solución viable para asegurar el suministro de agua potable.
En años recientes, en Baja California hemos presenciado escenarios confusos sobre el tema que nos hacen pensar que el real problema no es necesariamente la falta de agua, sino la miopía ideológica de nuestros gobernantes y algunos “doctorados del agua”, quienes ven sequías apocalípticas en lugar de aportar soluciones, que no necesariamente tienen que ser inventadas, sino basadas en experiencias ya probadas en otras partes del mundo.
Las ciudades desérticas como Dubái, Riad y El Cairo, dependen en gran medida de fuentes de agua subterránea y de ríos lejanos, los cuales son insuficientes para satisfacer sus crecientes necesidades hídricas. Es una realidad que las plantas desalinizadoras se presentan como una alternativa eficaz para convertir el agua de mar en agua dulce, lo que permite a estas ciudades diversificar sus fuentes de suministro y reducir la presión sobre los recursos hídricos tradicionales.
Está probado entonces que las plantas desalinizadoras son una solución prometedora para abordar la escasez de agua en ciudades desérticas alrededor del mundo y que la desalación desempeña un papel crucial en la lucha contra la crisis hídrica global, ofreciendo a las ciudades desérticas una nueva esperanza para un futuro con mayor capacidad de adaptación.
Sin embargo, en México y obviamente lo que más nos preocupa, en Baja California, estamos frente a una respuesta gubernamental insuficiente y, en muchos casos, caracterizada por una miopía que ignora la magnitud del problema.
Luego entonces más que buscar soluciones a la escasez del agua, habrá que resolver la falta de visión a largo plazo porque es una realidad que la política hídrica en México ha estado dominada por una perspectiva a corto plazo, centrada en soluciones inmediatas y no en estrategias sostenibles. Esto se traduce en una falta de inversión en infraestructura hídrica adecuada y en la gestión eficiente del agua.
Sí, el Río Colorado es una fuente de vida para Baja California, el 83.60% del agua de Tijuana proviene del Río Colorado y todos sabemos que es una fuente crucial para la agricultura y las comunidades en la región árida del suroeste de Estados Unidos, pero esto no será para siempre.
Urge, pues, concentrarnos en resolver la miopía hídrica de nuestros gobernantes y para ello es urgentemente necesario no quedarnos callados.