Cuando se habla de la crisis en el sector agropecuario en México, de manera inmediata se piensa en los bajos precios de los productos en el mercado internacional, la sequía que afecta desde hace años a gran parte del territorio nacional, así como la falta de políticas públicas que fomenten el desarrollo de la agricultura y ganadería.
Sin embargo, un tema del que poco se habla es el crédito que requieren los agricultores ciclo con ciclo para poder llevar a cabo sus actividades.
En 1954, el Gobierno Federal y el Banco de México tenían un enorme reto: Estimular una mayor participación de las instituciones de crédito privadas en el financiamiento de la agricultura, ganadería y avicultura del país. Así fue como nacieron los primeros fideicomisos de fomento del Banco de México, Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA).
El sector agropecuario en esa época representaba más de un cuarto del tamaño de la economía y empleaba a más del 50% de la población. Sin embargo, la participación del sector privado en el financiamiento agropecuario era esporádica.
A lo largo de más de siete décadas, el sector primario ha contado con el crédito de tres instituciones a través del tiempo: el Banco de Crédito Ejidal, el Banco Nacional de Crédito Rural y finalmente Financiera Rural, misma que desapareció en 2023.
En el marco del 70 aniversario de la fundación de FIRA, el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, reconoció que el retiro de la Financiera Nacional de Desarrollo (FND) es un gran reto porque dejó un “hueco muy grande” en materia crediticia para el productor del medio rural.
De acuerdo con la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, escasamente 6% de los municipios rurales tienen representación de la Banca Comercial y ahí son otros intermediarios y no los bancos los que han mostrado su interés para ofrecer a ofrecer crédito, que entre los agricultores son las llamadas “empresas parafinancieras”.
Cabe mencionar que aun cuando Financiera Rural no cubría todas las necesidades crediticias del sector agropecuario, sí representaba un apoyo para los agricultores y ganaderos de bajo nivel.
Sin duda, la nueva administración federal tiene ante sí el gran reto de establecer un nuevo sistema de crédito para el sector primario, de tal forma que se impulse el desarrollo de la agricultura de autoconsumo, así como comercial de la zona centro y norte del país.
Trato especial merecen los productores de granos básicos de nuestro país, que además de enfrentar la falta de líneas de crédito, tienen que batallar con los altos costos de producción, las condiciones climatológicas adversas y la estrepitosa caída de los precios internacionales.
Entre todos los problemas que enfrentan los productores del campo, sin duda el factor del crédito es un dilema que debe resolverse a corto plazo. De lo contrario, su futuro es incierto.