El pasado 2 de junio Claudia Sheinbaum fue electa como la próxima y primera mujer presidenta de México.
En el marco del primer encuentro formal entre la Presidenta electa y el aún Presidente de México, se han venido dando visos de lo que peligrosamente pudiese ser el próximo gobierno federal del país. La discusión de temas trascendentes que se ha venido dando como la reforma al Poder Judicial, puede ser la gran oportunidad de que la presidenta electa se desmarque e imponga su estilo de lo que será su forma de gobernar. El no hacerlo marcaría un lamentable precedente de que el presidente López Obrador seguirá mandando en el próximo sexenio.
El no desmarque de los deseos del aún inquilino de Palacio en cuanto a la aprobación de la reforma al Poder Judicial antes de que deje el poder, podría traer consecuencias desastrosas para el país, simplemente hay que revisar cómo después del anuncio del Presidente el peso mexicano comenzó a perder terreno frente al dólar.
Sumado a lo anterior, comienza a notar el nerviosismo de la inversión extranjera en el país por la eminente debilitación del Estado de Derecho, elegir jueces por votación popular suena democrático, pero nunca será bueno politizar la justicia y vulnerar la independencia judicial, ya que pone en entredicho las decisiones legales que deben ser basadas en conocimientos técnicos. El someter a los intereses del ejecutivo y de Morena las decisiones del Poder Judicial sería un atropello y debilitaría sin duda las condiciones para invertir en México afectando la economía del país.
El anuncio a los medios de Sheinbaum para mandar mensajes de calma y mesura a inversionistas en relación a la reforma judicial y que ésta sería ampliamente consultada, fue tomado de inicio de manera positiva. Sin embargo, más tardó en tratar de manejar dicha crisis que en ser contradicha por López Obrador, donde él indicaba que la reforma urgía.
Al momento de estar escribiendo para ustedes este artículo me entero que ya anunció la Presidenta electa que dicha consulta será manejada por Morena y no como se había dicho durante su campaña, que sería el Instituto Nacional Electoral, desperdiciando la gran oportunidad de tomar la posición de estadista y demócrata.
Debemos estar muy pendientes del desarrollo de este proceso y sobre todo de cómo se dan los acuerdos entre la Presidenta electa y el Presidente que aún gobierna, el no marcar una sana distancia podría significar para México y sobre todo para Claudia Sheinbaum el no legitimarse como la titular del Poder Ejecutivo y ser solo una extensión del gobierno de López, donde el resultado de la elección del pasado 2 de junio terminaría siendo sólo una reelección disfrazada de López Obrador, con consecuencias económicas desastrosas para las y los mexicanos.