/ miércoles 19 de junio de 2024

El Muro | Todos terminan igual

En 35 años de carrera periodística en Mexicali, me ha tocado ver al menos a cinco generaciones de políticos, nacer (a algunos), crecer, desarrollarse y morir, en lapsos muy cortos de vida. Esto hablando en sentido figurado.

No importa qué tan exitosa fue su carrera o qué tan popular haya sido la persona, lo alto a lo cual llegó, todos terminan siendo olvidados. Algunos sí aprendieron a descansar en paz, otros se resisten a irse al más allá.

Quienes concluyeron su gestión en relativa tranquilidad salen de su encierro sólo en ocasiones especiales, en algún acto como el aniversario de la ciudad, en donde sí reciben aplausos, halagos, pero hasta ahí. De aquellas multitudes coreando su nombre, solo el recuerdo queda.

Imagen ilustrativa | Freepik ​​| Rawpixel

Los más listos o sin escrúpulos, se llenaron de dinero, o bien, gracias a las relaciones que establecieron pudieron convertirse en empresarios exitosos o consolidar sus negocios. Pero muchos de ellos sobreviven batallando. Los hay quienes, en su momento, triunfaron en elecciones, ganando en todas las casillas, pero cuando muchos años después la necesidad los orilla a regresar a la lucha bajo otras siglas partidistas, pasan desapercibidos.

Se trata de la misma persona, el mismo nombre que apareció en una boleta electoral muchos años atrás, incluso más experiencia, pero su tiempo pasó y no hay algo que pueda revertir la situación, ni siquiera las cirugías plásticas engañan a la realidad.

Hay quienes se niegan a morir o, mejor dicho, son almas en pena arrastrando cadenas. Están ahí en buena medida gracias a la fama de tenebrosos que se labraron. Eso alcanza para que su ánima mantenga preocupados a más de uno.

Nunca faltan las promesas, los fallecidos de forma prematura, aquellos jóvenes políticos, poseedores de todo lo necesario para triunfar: Talento, capacidad probada, relaciones privilegiadas. Sin embargo, jamás pudieron despegar. Hasta los millonarios y, por ende, poderosos, tienen su tiempo de caducidad.

Existe un común denominador: Todos, pero absolutamente todos, en su prime time, o sea, el momento cúspide de su carrera, se creyeron indestructibles, únicos, insustituibles, amados por el pueblo, envidiados por sus enemigos. De la misma manera todos terminan igual, añorando los viejos buenos tiempos seguramente, imaginando cómo habría sido su desempeño si en ese entonces hubieran tenido la madurez emocional, que solo el tiempo y los tropiezos dan.

vicmarcen09@gmail.com

En 35 años de carrera periodística en Mexicali, me ha tocado ver al menos a cinco generaciones de políticos, nacer (a algunos), crecer, desarrollarse y morir, en lapsos muy cortos de vida. Esto hablando en sentido figurado.

No importa qué tan exitosa fue su carrera o qué tan popular haya sido la persona, lo alto a lo cual llegó, todos terminan siendo olvidados. Algunos sí aprendieron a descansar en paz, otros se resisten a irse al más allá.

Quienes concluyeron su gestión en relativa tranquilidad salen de su encierro sólo en ocasiones especiales, en algún acto como el aniversario de la ciudad, en donde sí reciben aplausos, halagos, pero hasta ahí. De aquellas multitudes coreando su nombre, solo el recuerdo queda.

Imagen ilustrativa | Freepik ​​| Rawpixel

Los más listos o sin escrúpulos, se llenaron de dinero, o bien, gracias a las relaciones que establecieron pudieron convertirse en empresarios exitosos o consolidar sus negocios. Pero muchos de ellos sobreviven batallando. Los hay quienes, en su momento, triunfaron en elecciones, ganando en todas las casillas, pero cuando muchos años después la necesidad los orilla a regresar a la lucha bajo otras siglas partidistas, pasan desapercibidos.

Se trata de la misma persona, el mismo nombre que apareció en una boleta electoral muchos años atrás, incluso más experiencia, pero su tiempo pasó y no hay algo que pueda revertir la situación, ni siquiera las cirugías plásticas engañan a la realidad.

Hay quienes se niegan a morir o, mejor dicho, son almas en pena arrastrando cadenas. Están ahí en buena medida gracias a la fama de tenebrosos que se labraron. Eso alcanza para que su ánima mantenga preocupados a más de uno.

Nunca faltan las promesas, los fallecidos de forma prematura, aquellos jóvenes políticos, poseedores de todo lo necesario para triunfar: Talento, capacidad probada, relaciones privilegiadas. Sin embargo, jamás pudieron despegar. Hasta los millonarios y, por ende, poderosos, tienen su tiempo de caducidad.

Existe un común denominador: Todos, pero absolutamente todos, en su prime time, o sea, el momento cúspide de su carrera, se creyeron indestructibles, únicos, insustituibles, amados por el pueblo, envidiados por sus enemigos. De la misma manera todos terminan igual, añorando los viejos buenos tiempos seguramente, imaginando cómo habría sido su desempeño si en ese entonces hubieran tenido la madurez emocional, que solo el tiempo y los tropiezos dan.

vicmarcen09@gmail.com