/ miércoles 3 de julio de 2024

El Muro | Ni para el arranque

El Partido Acción Nacional (PAN), es la única opción real para competirle al partido en el poder, pero así como está no sirve ni para el arranque.

Es una lástima el desperdicio de tanto trabajo de sus fundadores. Desde sus inicios, en los años 40 del siglo pasado, aquí en Mexicali el PAN fue el partido del pueblo, abrazado por un segmento de las clases populares cansadas del abuso del sistema priísta, pero despreciado por los empresarios.

Sergio Caro / La Voz de la Frontera

“… Le informo también que como en todas partes, la gente de cierta posición económica es la que no quiere hacer su deber. Así pues, el grupo está formado de obreros y clase media y tres profesionistas y apenas llegamos a 65 personas” (oficio, enviado desde Mexicali, agosto de 1945).

Manuel Gómez Morín respondió en octubre de ese mismo año: “Hemos sabido por Luis Calderón Vega, de la reunión que se celebró en Mexicali y esperamos que pronto podrán ustedes constituir allá el comité del Partido”, cita Francisco Lizárraga Ochoa en “Manuel Gómez Morín en Baja California”.

Cuando el movimiento comenzó a tomar fuerza, entonces los ricos se sumaron a la lucha. A partir de ahí comenzó la historia del único partido que llegó al poder desde cero, construido a partir de sus seguidores. Eso nunca lo ha podido hacer otra corriente, ni el comunismo, que también tuvo una buena organización.

En su primera participación no le fue bien: Francisco Cañedo obtuvo 4 mil votos, contra los 61 mil de Braulio Maldonado, el primer gobernador del Estado Libre y Soberano (“Reconstruir la historia de una comunidad”, López Ulloa, 2015).

Para 1959, el PAN vio reflejada en las urnas la simpatía de una buena parte de los bajacalifornianos: 34% de los votos para Salvador Rosas Magallón, contra el 66% de Eligio Esquivel, del PRI. Por cierto, una elección marcada por la sombra del fraude electoral.

Con el paso del tiempo, dos factores terminaron afectándole. El primero, haber llegado al poder en 1989, porque a partir de ahí se pudo comprobar que sus principios ideológicos, muy interesantes en el papel, nunca estuvieron a la altura del pueblo.

El segundo, fueron los nuevos panistas, los convenencieros, los que perdieron el piso, aquellos que gozaron la cosecha de lo sembrado tres generaciones atrás. Son esos mismos, quienes hoy han mutado en Morenazul, un peligroso Frankenstein político.

Al final, los bajacalifornianos hastiados quedaron con la imagen de un PAN desastroso, lleno de soberbios, egoístas, corruptos. En conclusión, el PAN fue mejor oposición que gobierno, pero hoy ni para eso le alcanza.

La buena noticia para ellos es que aún cuentan con una respetable base de seguidores. Pero si quieren volver al poder deben saber que son ellos los obligados a cambiar, no la sociedad.


El Partido Acción Nacional (PAN), es la única opción real para competirle al partido en el poder, pero así como está no sirve ni para el arranque.

Es una lástima el desperdicio de tanto trabajo de sus fundadores. Desde sus inicios, en los años 40 del siglo pasado, aquí en Mexicali el PAN fue el partido del pueblo, abrazado por un segmento de las clases populares cansadas del abuso del sistema priísta, pero despreciado por los empresarios.

Sergio Caro / La Voz de la Frontera

“… Le informo también que como en todas partes, la gente de cierta posición económica es la que no quiere hacer su deber. Así pues, el grupo está formado de obreros y clase media y tres profesionistas y apenas llegamos a 65 personas” (oficio, enviado desde Mexicali, agosto de 1945).

Manuel Gómez Morín respondió en octubre de ese mismo año: “Hemos sabido por Luis Calderón Vega, de la reunión que se celebró en Mexicali y esperamos que pronto podrán ustedes constituir allá el comité del Partido”, cita Francisco Lizárraga Ochoa en “Manuel Gómez Morín en Baja California”.

Cuando el movimiento comenzó a tomar fuerza, entonces los ricos se sumaron a la lucha. A partir de ahí comenzó la historia del único partido que llegó al poder desde cero, construido a partir de sus seguidores. Eso nunca lo ha podido hacer otra corriente, ni el comunismo, que también tuvo una buena organización.

En su primera participación no le fue bien: Francisco Cañedo obtuvo 4 mil votos, contra los 61 mil de Braulio Maldonado, el primer gobernador del Estado Libre y Soberano (“Reconstruir la historia de una comunidad”, López Ulloa, 2015).

Para 1959, el PAN vio reflejada en las urnas la simpatía de una buena parte de los bajacalifornianos: 34% de los votos para Salvador Rosas Magallón, contra el 66% de Eligio Esquivel, del PRI. Por cierto, una elección marcada por la sombra del fraude electoral.

Con el paso del tiempo, dos factores terminaron afectándole. El primero, haber llegado al poder en 1989, porque a partir de ahí se pudo comprobar que sus principios ideológicos, muy interesantes en el papel, nunca estuvieron a la altura del pueblo.

El segundo, fueron los nuevos panistas, los convenencieros, los que perdieron el piso, aquellos que gozaron la cosecha de lo sembrado tres generaciones atrás. Son esos mismos, quienes hoy han mutado en Morenazul, un peligroso Frankenstein político.

Al final, los bajacalifornianos hastiados quedaron con la imagen de un PAN desastroso, lleno de soberbios, egoístas, corruptos. En conclusión, el PAN fue mejor oposición que gobierno, pero hoy ni para eso le alcanza.

La buena noticia para ellos es que aún cuentan con una respetable base de seguidores. Pero si quieren volver al poder deben saber que son ellos los obligados a cambiar, no la sociedad.