Elegir diputados como lo hacemos hoy, propuestos por los partidos, sometidos a las votaciones, no es garantía de trabajo legislativo de calidad, pues en el Congreso dominan los grillos, mogollones, sumisos, al servicio del Ejecutivo.
Una alternativa ideal sería definirlos al azar entre la población incluida en el listado nominal de electores, respetando los distritos. Eso sería justo. Quedarían fuera del sorteo quienes ya han ocupado el cargo en lo que va de este siglo. Los suertudos recibirán una capacitación sobre el quehacer legislativo, tipo escuelita, algo que ya ocurría, pero de forma inexplicable dejó de hacerse.
Los diputados ciudadanos tendrían las mismas toneladas de recursos y asesores como ocurre en la actualidad. Por lo tanto, en el peor de los escenarios no habría riesgo de un caos legislativo. Aunque en el mejor de ellos podríamos tener lumbreras, personas listas, visionarias, valientes, sin compromiso con el poder. Para evitar la conformación de catervas de cuatreros, sólo tendrían derecho a un periodo de 3 años.
Que elegir políticos por sorteo suene a una aberración lo ha pensado un sector de la gente no sólo en la actualidad, sino desde hace miles de años. Sin embargo, antes varios de los cargos se elegían de esa forma. Ojo, no todos, sólo algunos. “Selection by lot and democracy: New trend, ancient model” (“Selección por sorteo y democracia: nueva tendencia, modelo antiguo”), es una reflexión histórica completa sobre las ventajas, pero también las desventajas de usar la suerte en lugar de las votaciones.
“… El método predominante para asignar a los ciudadanos a los puestos de poder era el sorteo. 600 de los 700 funcionarios (…) eran elegidos por sorteo y su reelección para el mismo cargo estaba prohibida”.
“Accidentals politicians: How randomly selected legislators…” (“Políticos accidentales: cómo los legisladores elegidos al azar pueden mejorar la eficiencia del parlamento”), es un experimento científico realizado por físicos, el cual concluye que elegir al azar a un porcentaje de un cuerpo legislativo ayuda a mejorar la productividad.
Si bien es cierto no todos los cargos públicos tendrían que estar sujetos a sorteo, el de diputado sí porque es el único de los poderes ligado directamente al pueblo. Por lo tanto, debería integrarse por gente sin aspiraciones de poder, ni delirios de grandeza, sólo el deseo legítimo de ponerse al servicio del prójimo.
Aunque lo duden, en Baja California existen miles de personas dispuestas de corazón a ayudar a mejorar la vida de otros.