QUO VADIS
En China, donde surgió el maldito Covid-19 que ha matado a más de cuatro y medio millones de personas y enfermado a 221 millones más alrededor del mundo, no se andan entre las ramas: Imponen severos castigos a quienes se niegan a vacunarse.
Por ejemplo y en congruencia con tolerancia cero para impedir nuevos brotes en la cadena de contagios y con ello muertes, el gobierno chino dispuso que quienes se nieguen a vacunarse se les reduce el sueldo o no pueden cobrarlo, prohibición para ingresar a eventos públicos y hasta negarles descuentos, beneficios y no usar transporte público, sanciones que duran hasta que la persona se vacune y lo demuestre con su respectivo certificado.
Al fin dictadura no hay poder que se oponga a esas medidas chinas, aunque también disponen incentivos para quienes se inoculan como regalar docenas de huevos, kilos de arroz y papel higiénico, entre otros productos.
Y para que la cuña apriete no se aferran a sus fórmulas para proteger a su pueblo, ya piensan en utilizar la estadounidense Pfizer como refuerzo a las chinas CNBG y Sinopharm, esta última en etapa de exploración de dos vacunas, la ARN mensajero (como la Pfizer y Moderna)…bueno, el gobierno chino dispuso vacunar a domicilio…¡qué tal!
El caso es que con tolerancia ero los chinos experimentan avances sustanciales: El número de vacunados en el país asiático es superior a la población vacunada en Estados Unidos y similar a la del Reino Unido entrando así a una dinámica en la que los infectados resultan ser, en su mayoría, personas procedentes del exterior de China.
En tanto, el gobierno de Singapur decidió no cubrir tratamiento de pacientes enfermos por Covid que no quisieron vacunarse por decisión propia y similar es el trato a los neozelandeses. Eso pasa en el otro lado del mundo; aquí en América todavía se anda a la “caza” para que voluntariamente millones acepten vacunarse, no obstante a que por todos los medios posibles se ha insistido en que el Covid-19 llegó para quedarse, nunca se va a ir, pero sí quizá -tan solo quizá- reducir mortandad entre los infectados.
Así que si ya se vacunó ¡felicidades! porque es de los afortunados que podrían vivir para contar que enfermó, pero no murió, aunque falta todavía saber si a millones de vacunados se les aplicarán refuerzos como lo dicta la ciencia, no la política, porque ahorita parece que se regatea en comprar vacunas para vacunar a menores desde los cinco años, como ya ocurre en los EU con la Pfizer.
Triste realidad, pero así ocurre en esta pandemia que obligó a tratar a la humanidad entera como “conejillo de indias”. Sin embargo, será en el tiempo cuando se juzgue qué sociedad (gobernantes y gobernados) hicieron lo científica no políticamente correcto, aunque también sigue poniéndose a prueba la calidad humana de nuestra especie y en donde inequívocamente se siguen identificando quiénes son héroes y quiénes villanos para así pasar a la historia. ¿O no?