/ domingo 23 de junio de 2024

La Espiga | Se llamaba Joaquín

La leyenda convertida en mito inicia a mediados del siglo 19 con un joven nacido en Sonora llamado Joaquín Murrieta, quien decide emprender un viaje a California, EUA, en busca de su hermano mayor.

Su hermano, como otros miles de aventureros, fue atraído por la llamada Fiebre del Oro, una opción de enriquecimiento milagroso que atrajo a mineros, gambusinos y forajidos a los valles de Sacramento. Sucedió que al Sr. Murrieta lo habían asesinado por una disputa banal. Este crimen cometido por vaqueros gringos quedó envuelto en el misterio y la impunidad con algún ingrediente de racismo, según el investigador Manuel Rojas.

Thomas Amstrong / Sacramento Union Steamer

Joaquín decidió quedarse a vivir en la región norte de California desempeñando su oficio de arriero y caballerango. Muy pronto empieza a vivir en pareja con una joven mujer. Todo va bien hasta que la fatalidad ataca de nuevo: Mientras Joaquín se encuentra trabajando su compañera es violada y asesinada por delincuentes americanos.

Ante esta tragedia, Joaquín decide reunir a un grupo de expertos jinetes de origen mexicano. Con ellos formó una banda de asaltantes de caminos dispuestos a cometer toda clase de delitos, atacando sobre todo ranchos, riquezas y propiedades de angloamericanos.

Según las crónicas, a este personaje se le bautiza como “El Patrio” y se le atribuyen gestos de heroicidad, así como de justicia redistributiva: Robar a los ricos para beneficiar a los pobres, algo parecido a las proezas de Robin Hood o de Chucho “El Roto”.

Como salteadores de caminos, Joaquín y su gavilla adquieren fama, son ladrones de oro y de caballos, incendian ranchos, ejecutan a gringos, asuelan caminos en los condados de Stockton, al norte de San Francisco, Ca. Muy pronto se ofrece una recompensa por su cabeza.

Entonces aparece la policía montada, los temibles “Rangers”, que son alguaciles dispuestos a atrapar al bandolero mexicano. Se organiza una cacería minuciosa, pues Joaquín sabía esconderse en sierras y montañas.

Finalmente es encontrado y degollado. Su cabeza es exhibida como escarmiento… Aquí termina parte de la historia y comienza la leyenda enriquecida a través de los años y de las memorias de mexicoamericanos. A Murrieta se le atribuyen características ligadas a Pancho Villa y a Emiliano Zapata, se le ubica como defensor de los migrantes mexicanos.

Joaquín amplía su fama de buen jinete, de tahúr y enamorado. Se dice que vino a enterrar su tesoro en el cerro Centinela de Mexicali.

Mail to: oscarher1955@yahoo.com

La leyenda convertida en mito inicia a mediados del siglo 19 con un joven nacido en Sonora llamado Joaquín Murrieta, quien decide emprender un viaje a California, EUA, en busca de su hermano mayor.

Su hermano, como otros miles de aventureros, fue atraído por la llamada Fiebre del Oro, una opción de enriquecimiento milagroso que atrajo a mineros, gambusinos y forajidos a los valles de Sacramento. Sucedió que al Sr. Murrieta lo habían asesinado por una disputa banal. Este crimen cometido por vaqueros gringos quedó envuelto en el misterio y la impunidad con algún ingrediente de racismo, según el investigador Manuel Rojas.

Thomas Amstrong / Sacramento Union Steamer

Joaquín decidió quedarse a vivir en la región norte de California desempeñando su oficio de arriero y caballerango. Muy pronto empieza a vivir en pareja con una joven mujer. Todo va bien hasta que la fatalidad ataca de nuevo: Mientras Joaquín se encuentra trabajando su compañera es violada y asesinada por delincuentes americanos.

Ante esta tragedia, Joaquín decide reunir a un grupo de expertos jinetes de origen mexicano. Con ellos formó una banda de asaltantes de caminos dispuestos a cometer toda clase de delitos, atacando sobre todo ranchos, riquezas y propiedades de angloamericanos.

Según las crónicas, a este personaje se le bautiza como “El Patrio” y se le atribuyen gestos de heroicidad, así como de justicia redistributiva: Robar a los ricos para beneficiar a los pobres, algo parecido a las proezas de Robin Hood o de Chucho “El Roto”.

Como salteadores de caminos, Joaquín y su gavilla adquieren fama, son ladrones de oro y de caballos, incendian ranchos, ejecutan a gringos, asuelan caminos en los condados de Stockton, al norte de San Francisco, Ca. Muy pronto se ofrece una recompensa por su cabeza.

Entonces aparece la policía montada, los temibles “Rangers”, que son alguaciles dispuestos a atrapar al bandolero mexicano. Se organiza una cacería minuciosa, pues Joaquín sabía esconderse en sierras y montañas.

Finalmente es encontrado y degollado. Su cabeza es exhibida como escarmiento… Aquí termina parte de la historia y comienza la leyenda enriquecida a través de los años y de las memorias de mexicoamericanos. A Murrieta se le atribuyen características ligadas a Pancho Villa y a Emiliano Zapata, se le ubica como defensor de los migrantes mexicanos.

Joaquín amplía su fama de buen jinete, de tahúr y enamorado. Se dice que vino a enterrar su tesoro en el cerro Centinela de Mexicali.

Mail to: oscarher1955@yahoo.com